14 agosto 2006

Lai

Soñar un día sin tiempo

Un suave movimiento en las manecillas del reloj, y continúo esperando ansioso mi visita. Se aproxima la hora del té y el invitado aún no llega; es inaceptable para un inglés de su categoría un retraso de semejante magnitud.
Tomo mi reloj de bolsillo... objeto más valioso no puede haber; el tiempo es tan necesario para el hombre como su existencia, y sin embargo, tan detestable como la indeseable libertad.
Quizá estoy perdiendo lo más preciado que poseo. Pues siempre estoy pensando que me hago más viejo y sabio, cuando sólo me hago viejo.
El tiempo evoca en mi memoria, recuerdos inútiles que consumen el eterno retorno del pasado entero de mi vida; aceptar que no hay peor y más implacable usurero que el tiempo, y cuando se le obliga a hacer anticipos, cobra intereses más altos de los que pudiera cobrar cualquier judío ... el tiempo me roba la vida. El Sol asoma, la Luna se oculta cada día y parece no importarme, envejezco y apenas me doy cuenta. El Sol es el mismo realmente, mas carente de respiración profunda me asecha la muerte. Estoy limitado por este infame aparato que regula mi vida y me somete a ella como la mano al hierro.
Mi vida es muy corta, y tardo tanto tiempo en comprenderme, que no hay momento para disfrutar el alba...
Tomo el reloj de oro del bolsillo de mi saco y con furiosa ira, lo arrojo contra el suelo y satisfecho, lo veo despedazarse; emocionado, derribo el reloj del muro, y loco, resisto la represión que contrae y tortura mi cabeza con el funesto sonido.
Irónicamente el tiempo no puede dejar de lado el tiempo, y yo sí, y estoy feliz... pero el invitado aún no llega.

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