05 noviembre 2006

Plegaria de la soledad

Ciudadela, Exupery.

Ten piedad de mí, Señor, pues me pesa mi soledad. No existe nada que yo espere. Heme aquí en esta habitación donde nada me habla. Y sin embargo, no son presencias las que solicito, porque me descubro más perdida aún si me hundo en la multitud. Pero esta otra que se me pareció, también sola en una habitación semejante; he ahí, sin embargo, que se encuentra colmada si los objetos de su ternura andan por alguna otra parte de la casa. Pero le basta, para ser feliz, saber que su casa está habitada.

Señor, tampoco reclamo nada que deba ser visto o escuchado. Tus milagros no son para los sentidos. Pero te basta iluminarme el espíritu acerca de mi morada, para curarme.

El viajero en su desierto, Señor, se regocija si pertenece a una casa habitada, a pesar de saberla en los confines del mundo. Ninguna distancia le impide ser alimentado, y si muere lo rodea el amor.. Yo no pido, Señor, ni siquiera que mi morada esté cerca.

El que se pasea por entre la gente y ha sido conmovido por un rostro, he ahí que se transfigura, aun cando el rostro no sea para él. Lo mismo que ese soldado enamorado de la reina. Se torna soldado de una reina. Y no pido, Señor, ni siquiera que esa morada me sea próxima.

A lo largo de los mares hay destinos ardientes consagrados a una isla que no existe. Los del navío cantan el cántico de la isla y son dichosos, Porque no es la isla la que los colma, sino el cántico. Yo no pido, Señor, ni siquiera que esa morada exista en alguna parte…

La soledad, Señor, no es más que el fruto del espíritu cuando está enfermo. No habita más que una patria, la cual es el sentido de las cosas. Lo mismo que el templo, cuando es el sentido de todas las piedras. No tiene alas más que para ese espacio. No se regocija con los objetos, sino con el único rostro que se lee a través de ellos y que los ata. Haz, simplemente, que aprenda a leer.
Entonces, Señor, se habrá terminado mi soledad.

04 noviembre 2006

Infierno

La vida tras un montón de nubes,
sin un pedazo de cielo,
es un infierno sin tormento
lleno de nada.

Disipar este aire impuro
para encontrarte en el sol,
sería tan difícil
como volar con las alas de Ícaro
en un invierno eclipsado

Fraseario

"El que permanece, muere"

- Mongua