28 agosto 2007

La guia del autoestopista galactico


Fragmento (capítulo 6)

- El pez Babel - dijo en voz baja la Guía del autoestopista galáctico - es pequeño, amarillo, parece una sanguijuela y es la criatura más rara del Universo. Se alimenta de la energía de las ondas cerebrales que recibe no del que lo lleva, sino de los que están a su alrededor. Absorve todas las frecuencias mentales conscientes de dicha energía de las ondas cerebrales para nutrirse de ellas. Entonces, excreta en la mente del que lo lleva una matriz telepática formada por la combinación de las frecuencias del pensamiento consciente con señales nerviosas obtenidas de los centros del lenguaje del cerebro que las ha suministrado. El resultado práctico de todo esto es que si uno se introduce un pez Babel en el oido, puede entender al instante todo lo que se diga en cualquier lenguaje. Las formas lingüísticas que se oyen en realidad, descifran la matriz de la onda cerebral introducida en la mente por el pez Babel.

Pero es una coincidencia extrañamente improbable el hecho de que algo tan impresionantemente útil pueda haber evolucionado por pura casualidad, y algunos pensadores han decidido considerarlo como la prueba definitiva e irrefutable de la no existencia de Dios.

Su argumento es más o menos el siguinete: "Me niego a demostrar que existo", dice Dios, "porque la demostración anula la fe, y sin fe no soy nada".

"Pero", dice el hombre, "el pez Babel es una revelación brusca, ¿no es así? No puede haber evolucionado al azar. Demuestra que Vos existís, y por lo tanto, según Vuestros proipios argumentos, Vos no. Quod erat demonstrandum".

"¡Valgame Dios!", dice Dios, "no había pensado en eso", y súbitamente desaparece en un soplo de lógica.

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