25 abril 2007

Fuego en el fuego



I
“Soy como una llama” – contestaste.
“sigilosa, atrevida, diferente…”
pero el viento te desmiente,
“es caprichosa, distraída y displicente”.

No se si serás cautelosa, engreída o recurrente
mas te encuentro misteriosa, introvertida y fascinante.

¿Hace cuánto que me envuelves
rojo aroma incandescente?

Tu esencia no es ceniza de las brazas titubeantes
sino mi deseo por admirarte, seducirte y recorrerte.

II
Soy el fuego en la caverna,
caprichoso, presumido, inteligente…
a mis pies la sombra juega indiferente
proyectando realidades evidentes.

No se si podré engañarte, persuadirte o convencerte
mas esperaré ansioso, decidido y expectante.

¿Hace cuánto te diviertes
traviesa musa pertinente?

Mientras más intento enredarte, sujetarte o retenerte
menos logro arrinconarte, modelarte y someterte.

III
Pero a mi no me engañas,
dulce caverna de fuego,
pues sólo tus ardientes lenguas
podrán edificarme, motivarme y comprenderme.

13 abril 2007

El proyecto de Jeremy Bentham para el Panóptico (1791).



Examinemos rápidamente el funcionamiento arquitectónico del Panóptico. Está compuesto por un amplio patio con una torre en el centro y, en la periferia, un conjunto de construcciones, divididas en niveles y en celdas. En cada celda, hay dos ventanas: una que permite la entrada de la luz y la otra que da a la torre, donde anchas ventanas permiten la vigilancia de las celdas. Estas son como “pequeños teatros […] en los que cada actor está solo, perfectamente individualizado y constantemente visible”; se encuentra cortado de todo contacto con los de las celdas vecinas. Es “objeto de una información, jamás sujeto de una comunicación”. Para Bentham, el beneficio principal del Panóptico es que permite una eficacia de organización máxima. Foucault subraya que lo logra induciendo en el recluso un estado de objetividad, una visibilidad permanente. El recluso no puede ver si el guardián está o no en la torre, por lo que debe comportarse como si la vigilancia fura constante, infinita y absoluta. La perfección arquitectónica es tal que el aparato de poder continúa funcionando aún sin la presencia de un guardián.

Este nuevo poder es continuo, disciplinario y anónimo. Cualquiera podía hacerlo funcionar con tal de que se colocara en la posición correcta y cualquiera podía verse sometido a sus mecanismos. El diseño es multiusos. El vigilante en la torre podía observar fácilmente a un criminal, a un loco, a un obrero o a un escolar. Si el Panóptico funcionara perfectamente, sería eliminada casi toda la violencia interna. Pues si el prisionero nunca está seguro de ser observado, se convierte en su propio guardián. Y, como paso final, mediante el uso de este mecanismo también podía controlarse a los controladores. Los que ocupan la posición central en el Panóptico se encuentran ellos mismos totalmente atrapados en una localización y en un ordenamiento de su comportamiento. Observan, pero al hacerlo, también ellos se ven fijados, reglamentados y sometidos al control administrativo.

El Panóptico no es sólo una técnica altamente ingeniosa y efectiva para el control de los individuos; también es un laboratorio para su eventual transformación. Se podían llevar a cabo con facilidad experimentos en cada una de las celdas y los resultados eran observados y tabulados desde la torre. En fábricas, escuelas, hospitales, el vigilante podía observar con gran claridad el retículo codificado y diferenciado que se ofrece a su mirada.

En términos de Foucault, el Panóptico reúne el saber, el poder, el control del cuerpo y el control del espacio es una tecnología integrada de disciplina. Es un mecanismo que permite localizar los cuerpos en el espacio, distribuir a los individuos los unos en relación con los otros, organizar la jerarquía, disponer de manera eficiente de los centros y acanales de poder. El Panóptico es una tecnología adaptable y neutra para el ordenamiento e individualización de los grupos. Dondequiera que sea necesario someter a los individuos o a la población a un retículo que los vuelve productivos y observable, entonces la tecnología del Panóptico puede utilizarse.

03 abril 2007

¿NOS DA MIEDO PENSAR?


Principios de reconstrucción social (1916)

Bertrand Russell

Los hombres temen al pensamiento más de lo que temen a cualquier otra cosa del mundo; más que la ruina, incluso más que la muerte.

El pensamiento es subversivo y revolucionario, destructivo y terrible.

El pensamiento es despiadado con los privilegios, las instituciones establecidas y las costumbres cómodas; el pensamiento es anárquico y fuera de la ley, indiferente a la autoridad, descuidado con la sabiduría del pasado.

Pero si el pensamiento ha de ser posesión de muchos y no el privilegio de unos cuantos, tenemos que habérnoslas con el miedo. Es el miedo el que detiene al hombre, miedo de que sus creencias entrañables no vayan a resultar ilusiones, miedo de que las instituciones con las que vive no vayan a resultar dañinas, miedo de que ellos mismos no vayan a resultar menos dignos de respeto de lo que habían supuesto.

¿Va a pensar libremente el trabajador sobre la propiedad?
Entonces, ¿que será de nosotros los ricos?
¿Van a pensar libremente los muchachos y las muchachas jóvenes sobre el sexo?
Entonces, ¿que será de la moralidad?
¿Van a pensar libremente los soldados sobre la guerra?
Entonces, ¿qué será de la disciplina militar?
¡Fuera el pensamiento!
¡Volvamos a los fantasmas del prejuicio, no vayan a estar la propiedad, la moral y la guerra en peligro!
Es mejor que los hombres sean estúpidos, amorfos y tiránicos, antes de que sus pensamientos sean libres.
Puesto que si sus pensamientos fueran libres, seguramente no pensarían como nosotros.
Y este desastre debe evitarse a toda costa.
Así arguyen los enemigos del pensamiento en las profundidades inconscientes de sus almas.
Y así actúan en las iglesias, escuelas y universidades.

por Bosco Monroy Campero