27 febrero 2009

Canción del pirata


José de Esponceda

Con diez cañones por banda,
viento en popa, a toda vela,
no corta el mar, sino vuela
un velero bergantín.
Bajel pirata que llaman,
por su bravura, el Temido,
en todo mar conocido
del uno al otro confín.

La luna en el mar rïela,
en la lona gime el viento,
y alza en blando movimiento
olas de plata y azul;
y ve el capitán pirata,
cantando alegre en la popa,
Asia a un lado, al otro Europa,
y allá a su frente Stambul:

«Navega, velero mío,
sin temor,
que ni enemigo navío
ni tormenta, ni bonanza
tu rumbo a torcer alcanza,
ni a sujetar tu valor.

Veinte presas
hemos hecho
a despecho
del inglés,
y han rendido
sus pendones
cien naciones
a mis pies.

Que es mi barco mi tesoro,
que es mi dios la libertad,
mi ley, la fuerza y el viento,
mi única patria, la mar.

Allá muevan feroz guerra
ciegos reyes
por un palmo más de tierra;
que yo tengo aquí por mío
cuanto abarca el mar bravío,
a quien nadie impuso leyes.

Y no hay playa,
sea cualquiera,
ni bandera
de esplendor,
que no sienta
mi derecho
y dé pecho
a mi valor.

Que es mi barco mi tesoro,
que es mi dios la libertad,
mi ley, la fuerza y el viento,
mi única patria, la mar.

A la voz de «¡barco viene!»
es de ver
cómo vira y se previene
a todo trapo a escapar;
que yo soy el rey del mar,
y mi furia es de temer.

En las presas
yo divido
lo cogido
por igual;
sólo quiero
por riqueza
la belleza
sin rival.

Que es mi barco mi tesoro,
que es mi dios la libertad,
mi ley, la fuerza y el viento,
mi única patria, la mar.

¡Sentenciado estoy a muerte!
Yo me río;
no me abandone la suerte,
y al mismo que me condena,
colgaré de alguna entena,
quizá en su propio navío.

Y si caigo,
¿qué es la vida?
Por perdida
ya la di,
cuando el yugo
del esclavo,
como un bravo,
sacudí.

Que es mi barco mi tesoro,
que es mi dios la libertad,
mi ley, la fuerza y el viento,
mi única patria, la mar.

Son mi música mejor
aquilones,
el estrépito y temblor
de los cables sacudidos,
del negro mar los bramidos
y el rugir de mis cañones.

Y del trueno
al son violento,
y del viento
al rebramar,
yo me duermo
sosegado,
arrullado
por el mar.

Que es mi barco mi tesoro,
que es mi dios la libertad,
mi ley, la fuerza y el viento,
mi única patria, la mar.»

23 febrero 2009

Ilusiones ópticas

Observen atentamente la imagen.

¿Podríamos decir que existe el movimiento relativo?

¿Nuestros sentidos nos engañan como razonó Descartes?

09 febrero 2009

Poetas y amores imposibles V


Angélica figura nuevamente
del cielo venida a expandir tu salvación,
toda su virtud
ha en ti emplazado el alto dios del amor.

Desde el interior de tu corazón arrancó
un duendecillo
salió por los ojos y me vino a herir,
cuando miré tu rostro amoroso; e hizo
camino por los míos tan fiero y veloz,
que el corazón y el alma ahuyentó,
adormeciendo el uno y a la otra,
pavoroso;
y cuando lo sintieron llegar tan
orgulloso,
y el pronto azote tan fuerte,
temieron que la muerte
en aquel momento obrase su virtud.

Luego, cuando fue el alma revigorizada,
llamaba al corazón gritando: "¿Estás ya
muerto,
que no siento que en tu sitio estés?"
Respondió el corazón, al que quedaba poca vida
(solo, peregrino y sin ningún consuelo,
casi temblando no podía hablar),
y dijo: "¡Ay, alma, ayúdame a levantarme,
y vuélveme a llevar a lo alto de la
mente!"

Y así conjuntamente
se encaminaron al lugar desde donde
le habían echado
entonces mi rostro se volvió tan pálido
que yo casi no parecía vivo
sintiendo mi corazón morir de sus heridas
y me decía una y otra vez:
Ay de mí, Amor
que nunca hubiera pensado
que serías tan despiadado conmigo.

Donna angelicata
Lapo Gianni (siglo XIII)
Angélica figura

06 febrero 2009

Poetas y amores imposibles IV


Amor de tierras lejanas


Si el arroyuelo de la fuente
se aclara como hacer suele
y la rosa en el bosque es la reina
y ya el ruiseñor en la rama
entona canción variada y llana
y pule el canto y lo afina
es justo que el mío lo acompañe.

Amor de tierra lejana
por vos todo el corazón me duele,
y no puedo hallar medicina
si no acudo a su llamada:
Amor cálido y tersa lana,
entre las flores o tras la cortina
junto a la anhelada compañía.
Jamás puedo tenerla cerca
por eso en el fuego no soy feliz;
noble a la par que ella ninguna
cristiana vivió, porque Dios no quiso,
ni tampoco judía ni mahometana;
se nutre de maná soberano
quien un poco de su amor gana.
Anhelo mañana y tarde
aquella a la que amor denomino;
el deseo la mente hace insana,
la avidez me roba ese sol,
más aguda picadura que espina
es el dolor que el gozo sana:
ni lágrimas quiero compañera.

No busco papel siquiera fino,
tendrá aquel verso que cantamos
en sincera lengua romana
meser Hugo, cantando palabras
Fillol: y canción patavina
será, y de Berri y de Guiana,
y alegría llevas luego a Bretaña.

Jaufré Rudel (siglo XII)
Canciones

04 febrero 2009

Poetas y amores imposibles III



Una belleza más allá del bien y del mal

Julieta: ¡Oh corazón de serpiente, oculto bajo un semblante de flores! ¿Habitó jamás un dragón tan seductora caverna? ¡Hermoso tirano! ¡Demonio angelical! ¡Cuervo con plumas de paloma! ¡Cordero con entrañas de lobo! ¡Horrible sustancia de la más celestial apariencia! ¡Exactamente opuesto a lo que exactamente semejas, santo maldito, honorable malechor! ¡Oh naturaleza! ¿Qué criatura tenías reservada para el infierno, cuando alojaste el alma de un demonio en el paraíso mortal de cuerpo tan agraciado? ¿Que libro, con tal primor encuadernado, contuvo nunca tan vil materia? ¡Oh! ¡Que se albergue la falsía en palacio tan suntuoso!

William Shekespeare
Romeo y Julieta, III, 2, 1594-1597