Lai (Sobre la soledad) Ocaso de un rey Aquí estoy, sentado en mi enorme trono, miro a quienes humillé, pisoteé y escupí.Una tribuna oscura al centro del recinto; mi hermoso trono y yo, completamente solos...Consigo silenciar todas las voces y contrasto el sonido del aire que aprisiono; puedo sentir mi corazón palpitar lentamente. No logro entenderlo, lo tengo todo...Eliminé a todos mis enemigos y padezco una extraña sensación de vacío dentro de mí, la melancolía me inflige, estoy llorando e indiferencia siento ante mis puños apretados y mi llanto se arrodilla vencido...No puedo creerlo, no puedo... no hay quien consuele mi abrumado corazón. Nunca permití que alguien me abrazara, me ayudara, conquisté el poder, la gloria y el honor... mi triunfo no fue tan difícil como lo es ahora, porque noble soy y noble he de morir... ahora no... teniendo todo no poseo nada. La corona es mi honra, las ricas vestimentas que ahora porto mi linaje y el cetro mis victorias, pero ahora estoy solo.¿Puedo competir si no hay rival, puedo gobernar si no hay a quién dirigir? Estoy solo y no puedo soportarlo más. Decido precipitadamente, tomo a Sulkhelek y con su delicado filo abro profunda herida, ¡asesino! veo fluir mi vientre lacrimoso. Olvido el dolor mientras recuerdo mi infancia y juventud, las glorias y triunfos, puedo reconocer gente que me quiso; nuevamente lloro cuando mi vida se extingue. Se dilatan mis pupilas, dejo de apretar los puños mas la muerte no se siente satisfecha hasta que finalmente expiro, la sangre fluye por el suelo de mi propio templo y no hay quien llore mi cuerpo. Creí vivir y recordé haber vivido ya, reencarné por castigo de mis actos, busqué la verdad y erré, todas mis filosofías fueron falsas y las tomé como ciertas pero nada puedo ya cambiar, deseo volver al triunfo y la conquista, si antes fue sencillo ahora no lo será, soy un hombre gris en este momento, y vuelvo a llorar. |
06 abril 2006
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